César Castillo García
abril 25, 2013 en 1:33 am  
Lo primero que debería comentarse sobre el hecho es la disposición que los mandatarios de la Unasur han tenido para aceptar el resultado. Es una señal de que los intereses económicos son la batuta que guía el concierto político sudamericano, lo cual también va en la línea de generar integración (cosa que puede discutirse a nivel de los motivos que la realmente la enarbolan). Enjuiciar el hecho se vuelve una tarea que no esquiva de las ambigüedades. Luego está la respuesta que la izquierda latinoamericana ha tenido. Muchos nos hemos lamentado de la victoria “pírrica”. No sólo presentimos la posibilidad de que el proceso haya estado plagado de elementos poco democráticos, sino que se teme la pérdida de coherencia en el mensaje. Los mensajes y las historias siempre deben contrastarse con la vida diaria. Para eso, deberíamos fijarnos más en las voces estudiantiles venezolanas, en vez de escuchar aquello que los supuestos “defensores de la democracia” vociferan. Esto último es un detalle del que no debemos desentendernos. Finalmente, comentaré que la opción de Capriles, a pesar de no ser la mejor, suponía un elemento de cambio. No obstante, hablar de los contrafácticos a esta altura del partido es cosa dificultosa.